En la octava jornada hemos visionado The Congress la nueva propuesta de animación de Ari Folman, Panzer Chocolate y dos largometrajes africanos: Little One, Grigris.
La octava jornada del FICX51 cerró su ciclo de películas a competición y dejó todo listo para que el Jurado deliberara sin problemas sobre cuáles serán las cintas ganadoras. Mañana con el palmarés haré un análisis detallado pero día a día he ido desgranando las mejores de las peores. Le Passé e Ida son las favoritas junto a Les Garçons et Guillaume… (esta para premio del público). Creo que solo Henri y Gabrielle o Blue Rain pueden dar algo de batalla a las citadas.
Panzer Chocolate: estreno mundial
Sobre la jornada de hoy, las noticias vinieron de fuera de Sección Oficial. Una de las claves fue la llegada a Gijón de John G. Morris, gran leyenda del fotoperiodismo. Con casi 97 años de edad vino para presentar el documental Get the Picture de Cathy Pearson. La otra noticia era el evento que la dirección del Festival quiso acoger como “estreno mundial” con la película Panzer Chocolate en el Teatro Jovellanos a través del cine pero interactuando con el móvil. Es la primera película transmedia que se hace en el cine español. Se vendía más como experiencia que como película y tiene dos lecturas.
Panzer Chocolate como película no funciona demasiado. Es un slasher de toda la vida con guión simplón y varios jóvenes (dos chicas y dos chicos) que tratan de descubrir una secta nazi en los Pirineos. La voz cantante la lleva la actriz Melina Matthews (que también ha estrenado la cinta zombie Retornados recientemente en salas y en el Festival de Sitges). Sin embargo, la aparición de Geraldine Chaplin en apenas 3 cameos es lo que más se valora del filme. El presumiblemente sorprendente giro final de este tipo de cintas no podía faltar, por supuesto. Debut en la dirección de Robert Figueras que muestra voluntarismo. Como experiencia interactiva es algo más sorprendente.
Han sido valientes desde el Festival al programar algo así, además coincidiendo con cintas como The Fake (perla coreana de la animación que no pude ver), por citar un ejemplo. La experiencia de Panzer Chocolate consistía en que, tras bajar la aplicación del film en el smartphone, a lo largo del metraje iban llegando a nuestro móvil imágenes (fotos o algún clip de vídeo de varios segundos) que ampliaban lo que se veía en pantalla. Lo más elaborado es el final de la película en modo interactivo, permitiendo elegir al espectador qué hacer con ciertos personajes. Este modo de “elige tu propia aventura” es lo más conseguido de una experiencia que, como digo, es valiente. Otra cosa es que funcione y se imponga en el futuro. Habrá que verlo.
The Congress: lo nuevo de Ari Folman
Una buena sorpresa fue ver el film animado The Congress, de Ari Folman, con Robin Wright como protagonista. Basada en la obra de ciencia ficción de Stanislaw Lem, la actriz se deja llevar a un mundo onírico. La cinta combina imagen real -en su primera parte y el epílogo- con animación en el segundo tramo, que es el que me parece más interesante y donde los personajes fluyen en un mundo imaginario psicotrópico y filosófico. Es pretenciosa en algún momento pero vemos a Harvey Keitel y Paul Giamatti y una adorable Robin Wright que nunca dejará de ser nuestra “Princesa Prometida”. Y ella lo sabe. El mejor papel que ha hecho en su vida es el de madre. Y eso quiere decir también buena parte de The Congress, que al final deja buen sabor de boca aunque se salga del camino marcado varias veces.
Grigris y Little One: cierran la Sección Oficial
El Festival dejó para el último día las dos propuestas de dramas africanos que competían en la respetable Sección Oficial. Ninguna de las dos daba realmente un nivel digno para estar ahí y dudo mucho que opten a premio real. Ni Little One ni Grigris pasarán a la historia como joyas de este festival, precisamente. Es cierto que las dos buscan centrarse en dramas humanos para dejar un halo de esperanza ante el sufrimiento de desfavorecidos, pero eso no quita que como películas ambas sean fallidas. Grigris, película de Chad, busca recrear la vida de un joven (bien interpretado por Souleyman Deme) con una pierna paralizada, la cual le impide realizar algunos trabajos en su comunidad pero no le quita la ilusión de bailar, cosa que hace mucho mejor que los jóvenes que tienen las dos piernas sanas. El amor se cruza en su camino con una jovencita que busca ser modelo pero se dedica a la prostitución con turistas extranjeros. El fallo clave de Grigris es que no desarrolla ninguno de los frentes que quiere tratar: un padrastro enfermo que necesita dinero para ser operado, un amigo que confía en Grigris para que trabaje y haga algo de dinero, una huida improvisada entre él y su novia para ¿escapar? de todo y empezar nuevos horizontes, un hobby del personaje como posible fotógrafo que no se sabe aún qué sentido tiene… Todo parece una borrasca de ideas sin concretar. Floja propuesta que apuntaba maneras al comienzo.
Peor aún es el resultado de la otra africana a competición: Little One, basada en hechos reales y ambientada en Sudáfrica. Una niña de 6 años violada y herida es hallada por unos niños. Pauline, madre de uno de ellos, perdió precisamente a su hija pequeña (también violada y además asesinada) y se encariña con la pequeña. Ve que es una nueva oportunidad para resarcir lo que le ocurrió a su hija y ayudar a la nueva. Por eso, no hace otra cosa que protegerla, visitarla en el hospital, intenta adoptarla y llega incluso a raptarla para evitar que la lleven a un orfanato. Su marido, personaje que parecía interesante, pasaba por allí. Y del niño que tienen ambos ni hablamos. El crudo mensaje de concienciación sobre el grave problema de las jóvenes que son violadas en África a menudo por propios familiares incluso, no es excusa para que la cinta sea mediocre, en modo plano contraplano y música de tres notas repetitivas, en ritmo de organillo. Hay telefilms más trabajados. Un regalo para Darrell James Roodt que su película esté en la Sección Oficial, igual que le ocurrió a Blockbuster, aunque sin llegar a ser tan lamentable.
